6 de agosto de 2013

Misery


“Cuando uno está solo, es fácil tener miedo. Es fácil concentrarse en lo que podría esconderse en la oscuridad, al final de los escalones del sótano. Es fácil obsesionarse con cosas inútiles, como el disparate de adentrarse en una tormenta de cuchillos giratorios. Cuando uno está solo es fácil sudar, derrumbarse, ser presa del pánico…”





La soledad da alas a los demonios propios: ésos que se esconden en los rincones más oscuros de tu mente, que acumulan todo tu negativismo, tristeza y desdicha y que lo liberan cuando las cadenas que creaste para retenerlos flaquean a la vez que flaquea tu ánimo y se desdibuja tu voluntad.
Cuanto más tiempo pasas encerrado en ti, pensando, dándole vueltas a las cosas, más poderosos se vuelven. Cuando al fin consiguen atravesar tus defensas y llegar hasta tu interior, más deprimida te sientes, menos vitalidad tienes, menos positivismo te queda, desaparece el brillo de tus ojos y la sonrisa de tu cara.



Mañana seguirá amaneciendo por el mismo sitio, seguirás sola, seguirás teniendo los mismos demonios pero... mañana quizá sea la esperanza, una canción o el rayo de sol que se cuela por tu ventana los que pinten a tus demonios de un color diferente al negro. 

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