30 de abril de 2017

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“Tú y yo somos diferentes, nuestros mundos son diferentes. No obstante, tú me enseñaste el valor del amor, me enseñaste qué significa querer a otra persona, y sé que gracias a ello soy un hombre más completo; no quiero que lo olvides nunca. 
No me siento decepcionado por lo que ha sucedido, al contrario, estoy seguro de que lo nuestro ha sido real, y me alegro profundamente de haber compartido esos momentos mágicos contigo, aunque solo fuera por un corto periodo de tiempo. Y sé que si en el futuro volvemos a encontrarnos en un lugar distante, yo te sonreiré con júbilo, y recordaré el verano que pasamos juntos, tumbados a la sombra de un árbol, abrazados, viendo cómo crecía nuestro amor. Y quizá, por un breve momento, tú también sentirás lo mismo y me devolverás la sonrisa, y saborearás los recuerdos que nadie podrá arrebatarnos nunca.”


Sentí que eras mi persona. Deseé que lo fueras. Y por un tiempo lo fuimos. Compartimos ilusiones, miedos y esperanzas, en medio de un torbellino de emociones, guiados por nuestras pasiones y con el amor por bandera. Porque lo fuimos, porque creímos serlo. Como un espejismo, un sueño del que no queremos despertar.

Hoy el tiempo ha cambiado. Hay tormenta en mis ojos, sal en mis pestañas y ríos en mis mejillas. El invierno se ha instalado en mi corazón y ni el sol consigue hacer desaparecer un frío que es resistente a las mantas. Porque te quise. Porque te quiero. Porque lo siento tanto…

Este año el verano vendrá triste. Pero estarás bien. Estaremos bien. Estaremos juntos en nuestra soledad. Para que no sea tan oscura. Para que no dé tanto miedo.
Porque creo en un nosotros diferente, donde yo sea el optimismo que te falta y tú el dato curioso que necesito. Donde sigamos aprendiendo el uno del otro. Donde sigas estando en mi vida. Si tú quieres…

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