14 de marzo de 2015

Fly away

Siempre he pensado que la imagen real de la Tierra no es la que nos envían los satélites que orbitan en la atmósfera sino que lo correcto sería una imagen llena de puntos luminosos, como pequeñas llamas o fuegos fatuos. Cada uno de nosotros seríamos unos de esos puntos y nuestra luz brillaría con fuerza mientras nuestro corazón latiese. Por eso cada día, con cada nacimiento, aparecerían nuevos puntos para sustituir a los que se apagasen. Sin embargo, eso no es del todo cierto: los puntos no se apagan. Cada vez que una persona abandona este mundo, esa luz pasa a vivir en los corazones de quienes tuvieron la suerte de conocerlo, dejarlo entrar en sus vidas y permitir que cambiase un poquito su mundo.


"Mientras se nos recuerda, seguimos vivos."

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