“Al ver aquel día a mi amigo besar a la mujer que quería se me ocurrió pensar que aquel momento, aquel instante robado al tiempo y a Dios, valía todos los días de miseria que nos han conducido hasta allí y otros tanto que seguro que nos esperaban al salir de regreso a la vida, y que todo cuanto era decente y limpio y puro en este mundo y todo por lo que merecía la pena seguir respirando estaba en aquellos labios, en aquellas manos y en la mirada de aquellos dos afortunados que, supe, estarían juntos hasta el final de sus vidas.”
Me desperté, abrí los ojos y los vi. Ella dormía
plácidamente en aquel incómodo banco del aeropuerto con la cabeza apoyada en su
regazo; él cabeceaba mientras velaba su sueño.
Les espié entre pestañeos demasiado largos y descansos
demasiado cortos. Allí estaban ellos ajenos al mundo. Mirándose con la
intensidad de una explosión y con la dulzura de la mejor de las nanas. Como si
ese momento fuese el último, como si la fugacidad de ese segundo lo hiciera aún
más exquisito. Él apartó esos salvajes tirabuzones color carmesí que siempre la
enmarcaban la cara con la sutileza de una caricia, se inclinó y…
En ese momento sonreí para mí misma, cerré los ojos de nuevo
y fingí dormir. Hasta somnolienta era capaz de sentir la energía del ambiente,
la magia del momento y el romanticismo de la escena. Y no era mi película.
Tienes un blog precioso. Sigue así.
ResponderEliminarUn beso.
Graciias!! ^^
EliminarComo siempre un texto precioso :)
ResponderEliminarhttp://mylifeenpocaspalabras.blogspot.com.es/
Gracias! Un placer que te guste! :)
EliminarTenes un precioso, precioso blog!
ResponderEliminarMe encantan tus palabras.
Soy nueva por acá y me gustaría dejarte mi sitio http://bonjoursamy.blogspot.com.ar
Espero que puedas pasarte, y ya te sigo :)
Un beso!
Gracias y bienvenida!!
EliminarEso haré! un besoo!