NO QUIERO UN
PRÍNCIPE.
A cualquier
niña le gusta ponerse un vestido de tul, unos zapatos de tacón, pintarse los
labios y parecer una princesa. Yo incluida.
Sin embargo,
no quiero un príncipe.
No necesito
que me hagan abandonar mi vida de sirvienta por llevarme a un palacio vacío y
hostil; no quiero que me impidan ser soldado de la Corte Imperial si así es mi
deseo; odiaría ser parte de la nobleza británica si me alejan de mi patria; me
enfurecería si por convertirme en princesa he de abandonar mi bosque y la
compañía de los enanitos.
No necesito
un príncipe.
Yo quiero
que me pregunten qué tal el día, que me consigan sacar una sonrisa cuando esté
malhumorada, que me digan que todo va a salir bien cuando lo vea todo negro,
que sepa que me quieren aunque no me lo digan, que quieran verme aunque sea una
milésima de segundo, que vean luz en mí cuando yo sólo vea oscuridad, que
hablar conmigo se convierta en un ritual y en el mejor momento del día.
No necesito
un príncipe; sólo a alguien capaz de hacer todo eso. Me da igual que venga
vestido de príncipe, de sapo, de Linterna Verde, de Batman o de Super Mario.
Porque si sentirte
princesa implica acabar con un príncipe, dimito.
Be Unic.
No hay comentarios:
Publicar un comentario