“Se conformó con mirar a su amiga con la mirada que le reservaba cuando ella no sabía que la estaba observando.”
Los rayos de luz se colaban por los resquicios de las
cortinas y se paseaban por tu espalda desnuda. Tu piel dorada por el sol
brillaba sobre la palidez de las sábanas, que no habían aguantado tu lucha
nocturna y se habían batido en retirada. Tu cara rehuía al nuevo día
ocultándose en la almohada como un niño que se esconde detrás de su madre.
Mi pecho fue invadido por una cálida sensación que amenazaba
con hacerlo pedazos. Tuve ganas de abrazarte, de que mis labios recorrieran cada
centímetro de tu cuerpo y de besarte hasta con la mirada.
En ese momento comprendí que nunca había presentado batalla,
sino que me rendí a tus encantos; que me conquistaste no sólo con palabras y
que, aunque lo niegue, fue la mejor derrota de mi vida.
Unas derrotas saben mejor que otras.
ResponderEliminarPrecioso.
Por cierto, ojalá encontrase la cajita de 'seguir' o la pusieses pronto para estar al corriente de tus entradas, no dejaré de leerte.
Un saludo!
Sin lugar a dudas la diferencia está en el qué se pierde.
EliminarLa cajita con los seguidores debería salirte en la parte de abajo de cada entrada, justo debajo de los datos personales. A mí sí que me aparece pero dímelo no sea que vosotros no podáis verla! ;)
un besoo!
El último párrafo me ha enamorado. Hay derrotas que saben a victoria, en que aún perdiendo sales ganando, y la que has descrito es una de ellas.
ResponderEliminar¡Un beso enorme!
Es que no todas las derrotas saben amargas! ;)
Eliminarun besoo!