“Nos amparaba el anochecer y aquel silencio de abandono que une a los extraños, y me sentí con valor de decir cualquier cosa.”
Las luces de
la medianoche escondieron nuestras verdaderas intenciones: el deseo de olvidar
otros labios, otros besos y nos arrojaron en brazos de unos desconocidos sin
más intención que dar cuerda a dos corazones parados. Sin embargo, las doce
campanadas tenían otros planes: utilizaron su magia para hacer encajar dos
rompecabezas, dos puzzles inacabados a los que dotaron de cabeza y sentido.
Cada vez que
vuelve a mi memoria aquella noche de finales de agosto me pregunto qué jugada
maestra del destino quiso que te cruzases en mi camino.
No hay que preguntarse el porqué. Qué más dá, lo importante son esos momentos en que encajaron, en que el puzzle terminó.
ResponderEliminar(Hay días así, que te sientes capaz de cualquier cosa).
Besitos, Cenicienta.
Miss Carrousel
Sí, tienes razón... para qué cuestionar las decisiones del destino una vez que todo encaja...
Eliminarun besoo!
Muchas veces, nos dejamos llevar por antojo del destino pensando que es una equivocación y aún así queremos liberarnos, luego, nos alegramos de aquel "error" porque en realidad fue un acierto el haberlo realizado.
ResponderEliminarUn beso, Sunset.
Es así. Muchas de las mejores cosas de la vida vienen de la manera y la forma menos esperada.
Eliminarun besoo!