Sin
conocernos, sin preaviso, sin esperarlo nos convertimos en la primera hoja en
blanco de una historia aún por escribir. Los pocos capítulos ya escritos están
redactados a lápiz con la inseguridad del niño que aprende a escribir y hablan
de sonrisas felices, risas sinceras, sentimientos encerrados en miradas y palabras
ocultas en besos robados. Empiezan por un “nosotros”, terminan con un “buenas
noches” y el resto del capítulo se compone de momentos compartidos. Quizá cuando
aprendamos a escribir a boli incluyan “te quieros”, sueños, planes… pero para
eso todavía quedan muchas hojas.
Escribimos
nuestra historia día a día.
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