“Cuando
muere todo el mundo debe dejar algo detrás, decía mi abuelo. Un hijo, un libro,
un cuadro, una casa, una pared levantada o un par de zapatos. O un jardín
plantado. Algo que tu mano tocara de algún modo especial, de modo que tu alma
tenga algún sitio adonde ir cuando tú mueras, y cuando la gente mire ese árbol,
o esa flor, que tú plantaste, tú estarás allí. “No importa lo que hagas –decía-,
en tanto que cambies algo respecto a como era antes de tocarlo, conviertiéndolo
en algo que sea como tú después de que separes de ellos tus manos.”
Y es que no
hay nada más aterrador que quedarte un día en casa y ver cómo el mundo sigue su
curso: cómo la gente va a trabajar, a clase, a sus quehaceres y tú ahí, parada.
Es como
cuando te ponen un vídeo de un paso de peatones y aceleran a la gente que lo cruza
a lo largo del día. Pues yo era el semáforo.
Lo
reconozco, tengo miedo a que falte y no se note mi pérdida…. que nadie me eche
de menos. Por eso, en cuanto puedo me vuelto a mezclar con toda esa gente y
acallo esa sensación durante otro espacio de tiempo.
Be Unic.
No hay comentarios:
Publicar un comentario